Cuando un negocio apenas puede cubrir lo básico —sueldos, alquiler, proveedores, tributos— cada nuevo costo se siente como un balde de agua helada. Para las microempresas en Perú, la reciente modificación legal que incrementa los costos no salariales en un 14% no solo es una cifra en el papel: es una carga tangible que se traduce en decisiones difíciles. ¿Qué insumos dejar de comprar?, ¿cuántas horas más puede trabajar el dueño sin contratar a nadie?, ¿vale la pena seguir operando en la formalidad?
Lo que dice la nueva ley y cómo impacta en las MYPE
En mayo de 2025 se publicó el Decreto Supremo N° 003-2025-TR, que actualiza el reglamento de la Ley MYPE, bajo el argumento de “garantizar un mínimo de protección laboral” para trabajadores en micro y pequeñas empresas. La nueva norma incrementa las contribuciones a EsSalud para trabajadores contratados bajo el régimen especial (antes de 9%), que ahora deben alinearse gradualmente a la tasa estándar del 14%.
Este cambio no solo eleva el gasto mensual por empleado, sino que afecta directamente la competitividad de las MYPE frente a empresas informales o a grandes cadenas que pueden absorber el incremento. Para una microempresa con cinco trabajadores, el cambio puede suponer hasta S/1,200 adicionales al mes, dependiendo del salario base de cada empleado.
El Ministerio de Trabajo ha justificado la medida señalando que se trata de un ajuste progresivo con márgenes de tiempo para su implementación. Pero en la práctica, muchos pequeños empresarios ya sienten el peso de esta nueva exigencia.
“El costo laboral no es solo el sueldo. Entre cargas sociales, beneficios, trámites y fiscalizaciones, ser formal ya es una tarea heroica para un pequeño negocio”, comenta Carlos Urrutia, presidente de la Asociación de Microempresarios de Lima Norte.
¿Qué son los costos no salariales y por qué importan tanto?
Los costos no salariales son todos aquellos desembolsos que el empleador debe cubrir aparte del sueldo neto del trabajador. Incluyen aportes a EsSalud, CTS, vacaciones, gratificaciones, seguros complementarios, entre otros.
En el caso de las MYPE formales bajo el régimen laboral especial (Ley Nº 28015), existía una reducción significativa en estos costos para fomentar la formalización. Pero con el cambio legal, ese beneficio se va diluyendo.
Concepto | Antes (Régimen MYPE) | Ahora (Nuevo Decreto) |
---|---|---|
EsSalud | 9% | 14% |
Vacaciones | 15 días | Sin cambio |
Gratificaciones | 0.5 sueldos | Sin cambio |
CTS | 0.5 sueldos | Sin cambio |
Este aumento del 5% en la contribución a EsSalud puede parecer marginal en teoría. Pero para negocios con márgenes ajustados, puede ser la diferencia entre pagar a tiempo o retrasar el alquiler, entre seguir contratando o prescindir de ayuda.
¿Qué están haciendo las microempresas frente a este aumento?
Cada sector reacciona de forma distinta. Un taller de confección en Gamarra no tiene las mismas opciones que una bodega familiar en San Juan de Miraflores o una barbería en el Rímac. Aun así, hay algunas respuestas comunes que ya se comienzan a notar:
1. Reducción de personal formal
Muchos microempresarios están optando por mantener solo a uno o dos trabajadores en planilla y contratar servicios adicionales por fuera, de manera informal o temporal. Esto, aunque técnicamente legal en ciertos casos, implica una menor protección para los trabajadores.
2. Incremento de la carga laboral familiar
Se está volviendo habitual que el entorno familiar cubra labores que antes estaban a cargo de empleados. La esposa del dueño se encarga de la atención al cliente, un hijo mayor maneja las redes sociales y los sobrinos reparten pedidos los fines de semana.
3. Aumento de precios al consumidor
Algunos negocios, sobre todo en rubros con margen flexible (panaderías, juguerías, peluquerías), están trasladando parte del costo al cliente final. Una empanada que costaba S/2.50 ahora se vende a S/3.00, y aunque el alza es pequeña, puede afectar la competitividad frente a la informalidad.
4. Migración a plataformas digitales
Negocios que han logrado vender por WhatsApp, Instagram o apps de delivery están explorando cómo operar sin local físico, disminuyendo alquiler y reduciendo la plantilla. Algunos incluso evalúan prescindir de empleados contratados para usar freelancers o servicios tercerizados.
Opiniones divididas entre expertos y gremios
Desde el Ministerio de Trabajo se ha afirmado que el objetivo es evitar una «precarización estructural» del empleo. “No se puede seguir subsidiando la informalidad dentro de la formalidad”, sostuvo en conferencia la ministra Patricia Merino, el pasado 12 de junio. Ver fuente oficial del MTPE
Pero los gremios MYPE han reaccionado con escepticismo. La Cámara de Comercio de Lima (CCL), a través de su Instituto de Economía y Desarrollo Empresarial, señaló que este tipo de ajustes sin una política de incentivo fiscal o asistencia técnica puede ser contraproducente: “Algunos empresarios que lograron formalizarse durante la pandemia, ahora se sienten castigados por haber cumplido con la ley”, declaró César Peñaranda, director del Iedep.
Organismos multilaterales como la OCDE han advertido que cualquier reforma laboral, incluso bien intencionada, debe considerar las condiciones del tejido empresarial local. Y en Perú, el 96% de las empresas son micro o pequeñas, según cifras del INEI.
¿Qué alternativas están sobre la mesa?
A corto plazo, varios gremios están solicitando la postergación de la medida o su aplicación escalonada por tipo de actividad. Otros proponen que el Estado subsidie parte de la contribución adicional durante los primeros 12 meses de adaptación.
Algunas propuestas concretas incluyen:
- Créditos tributarios para microempresas que cumplan con la nueva norma.
- Simplificación administrativa, para que la formalización no implique largas filas en la Sunat o trámites repetitivos.
- Asistencia técnica gratuita a través del Programa Nacional Tu Empresa del Ministerio de la Producción (ver programa).
- Alianzas con municipios para generar incentivos locales (descuentos en arbitrios, licencias, etc.).
También hay propuestas más estructurales. La Sociedad Nacional de Industrias ha planteado que el país necesita una reforma laboral integral que reconozca la realidad de las MYPE y promueva la productividad sin imponer rigideces que solo funcionan en grandes empresas.
¿Vale la pena seguir en la formalidad?
Es una pregunta incómoda, pero cada vez más frecuente. Para muchos dueños de microempresas, la formalidad no está trayendo suficientes beneficios frente a sus costos. El acceso al crédito formal sigue siendo limitado. La competencia desleal de la informalidad, omnipresente. Y las exigencias fiscales y laborales siguen creciendo sin el soporte necesario.
Lo preocupante es que si la formalización deja de ser atractiva, el retroceso será general. El país perderá recaudación, los trabajadores perderán derechos, y se fortalecerá una economía paralela que es más vulnerable, menos productiva y menos equitativa.
La respuesta, entonces, no está solo en subir o bajar un porcentaje. Requiere una visión de país donde los pequeños negocios sean tratados como socios del desarrollo, no como obstáculos a regular.
Una decisión que puede cambiar el rumbo
Cada ajuste legal es una ficha que se mueve en un tablero complejo. La nueva sobrecarga del 14% en costos no salariales no es solo una decisión técnica, es un mensaje. Un mensaje que las MYPE están tratando de descifrar con números, con miedo y con coraje.
¿Sobrevivirán? Probablemente sí, como siempre lo han hecho. Pero no es lo mismo resistir que crecer. Y sin crecimiento, no hay futuro sostenible para el Perú que todos queremos.